Uno de los conciertos más esperados del año finalmente se hizo realidad la noche del 14 de octubre: Guns N’ Roses descargó una batería de cásicos en un show de tres horas de duración, en un repleto Parque Estadio Nacional, con fanáticos que corearon y aguantaron estoicos la maratónica jornada musical.
Los locales La Mala Senda salieron puntal a escena, a las 19,30 horas. La agrupación encabezada por Goto Álvarez (voz/guitarra), fue la encargada de abrir los fuegos, logrando animar al público, que comenzaba ya a llegar en mayor cantidad al recinto ñuñoíno. Con sencillos como “Desaparecer”, “En la Ciudad” y “Vívelo”, entre otros, supieron ganarse a los presentes, agradeciendo la oportunidad de ser el acto de apertura de Guns N’ Roses, “la banda por la que empecé en la música”, señaló emocionado el líder del cuarteto nacional.
Una tarde con un cielo de tonos carmesí se fue diluyendo hasta dar paso a la noche, para que pasadas las 20,30, frente a la gran cruz proyectada en la pantalla central del escenario -que emulaba el diseño de la carátula “alternativa” del Appetite for Destruction– aparezca Axl Rose y compañía para, justamente comenzar con el tema que abre el disco debut de Guns N’ Roses, “Welcome to the Jungle”, de ritmo frenético, para desatar a algarabía, continuando con “Bad Obsession” y “Mr. Brownstone”: ¡tres clásico al hilo! Un golpe al mentón a la nostalgia rockera, las que sonaron tan potentes -y vigentes- como hace más de 30 años atrás.
Tiempo para escuchar “nuevas composiciones”, para que acto seguido resuenen dos sencillos de Chinese Democracy, la canción homónima del disco de 2008, junto con “Better” (con un bajo prístino de Duff McKagan). Cabe destacar que, hasta la fecha, en lo que va de la gira latinoamericana, Chile ha sido el país donde más han sonado temas de Chinese Democracy en vivo, pues durante la jornada también la banda aprovechó de interpretar “Madagascar”, “Streets of Dreams” y “This I Love”.
Los clásicos vuelven de la mano con “It’s So Easy”, “Pretty Tied Up” y la épica “Estranged”, de casi 10 minutos, guiada por la guitarra de Slash, en la cual se escucha el primer “mini” solo del teclista Dizzy Reed, que brilla por primera vez en la helada noche santiaguina, que contrastaba con el calor humano de los fanáticos.
Guns N’ Roses a lo largo de su carrera ha convertido en himnos canciones de otros autores, haciéndolas prácticamente suyas. Los mejores ejemplos en el concierto, fueron las interpretaciones de “Live & Let Die” (Wings), y la emotiva “Knockin’ on Heaven’s Door” (Bob Dylan), con una escalera al cielo proyecta en la gran pantalla gigante de fondo, entregando mayor espectacularidad, tema en el que Axl hizo partícipe al público, arengándolos a cantar el clásico coro. Otras versiones incluyeron a Duff tomando las riendas vocales en la punketa “New Rose” (The Damned), y el homenaje a Ozzy y Black Sabbath con “Sabbath Bloody Sabbath” en la cual, al finalizar, Axl pidió a todos gritar con fuerza el nombre del “Príncipe de las Tinieblas”, fallecido en julio pasado.
En relación a la voz de su frontman, tan criticada por muchos, ésta fue estabilizándose con el correr de las canciones, siendo las que lograron un mejor desempeño aquellas con tonalidades más graves, mientras que las que exigían un mayor esfuerzo vocal, como el cover de Sabbath, e incluso la melancólica “Yesterdays”, se tornaban algo “perjudicadas” por los los agudos en la voz de Axl, lo que para nada impidió disfrutarlas.
“You Could be Mine”, con la potente intro de batería a cargo de Isaac Carpenter, fue otro de los puntos altos del concierto, siendo cantada por todos, sencillo lleno de adrenalina que a muchos recuerda a la banda sonora de Terminator 2, lo que se reafirma con una calavera metálica proyectada en pantalla. Tras la grandilocuente “Civil War”, que abre Use Your Illusion II, Slash se despacha un solo inspiradísimo, performance que conecta con “Sweet Child o’ Mine”, el primer gran éxito de la banda, que los llevó camino al estrellato a fines de los ’80. Lluvia en pantalla y Axl Rose al piano, para que suene “November Rain”, otro clásico del conjunto -volviendo a brillar Slash en las seis cuerdas- llegando ya al final con “Nightrain” y la animada “Paradise City”, desatando la fiesta en el Parque Estadio Nacional, siendo su estribillo cantado por todas las lamas presentes. Un cierre apoteósico.
Tres horas de show de Guns N Roses en Chile en su séptima visita a nuestro país: una banda que hoy suena y proyecta una imagen más madura, en la que los excesos del pasado parecen ya ser historia, con un Axl que se volvió más comunicativo con la audiencia con el correr del show, quien sigue llevando las riendas de unas bandas más emblemáticas en la historia del rock, la que ha podido mantener viva pese a los altos y bajos en el transcurso de los años.
A esperar una nueva visita de estas leyendas una vez más. Sus fieles fanáticos, que siguen sumando con los años, ahí estarán nuevamente.
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