Finalmente, después de medio siglo vida musical, The Adicts dice adiós a los escenarios con su última gira mundial: la emblemática banda británica, que supo hacer del punk rock un espectáculo lleno de teatralidad, se despidió de sus fanáticos chilenos con un memorable y eufórico show, que tomó lugar la noche del miércoles 8 de octubre en un colmado Teatro Coliseo, que vibró con los drugos comandados por el incombustible Keith “Monkey” Warren (voz).
Los punk nacionales Paranoia fueron los encargados de encender los ánimos en la previa, banda que este 2025 está celebrando sus 20 años de carrera. Mientras el público aún comenzaba a llegar al recinto, el conjunto se despachó canciones como “Fuego”, “Fiesta”, “Abdomen Prominente” y “Noche de Punk rock”, entre otras. Composiciones con coros pegadizos y de corta duración en su gran mayoría, que provocaron los primeros pogos/mosh en el público.
Ya pasadas las 21 horas, los presentes comienzan a impacientarse, hasta que 15 minutos después, una gran pantalla en el fondo del escenario proyecta imágenes de La Naranja Mecánica, entre muchas otras, para que acto seguido haga su aparición Keith “Monkey” Warren junto a sus compañeros, entre vítores, y arrancar con “Let´s Go”, para desatar la fiesta de inmediato, la que continuó con “Joker in the Pack” y “Hororshow”, con confeti cayendo a raudales y “Monkey” lanzando cartas a las primeras filas.
Desde el primer minuto la comunión entre el público y The Adicts fue instantánea, convirtiendo en un verdadero karaoke al Teatro Coliseo, con los fanáticos coreando de forma sagrada clásicos del punk como “Johnny was a Soldier, “My Baby Got Run Over by a Steamroller” y “Troubadour”. “Es genial verlos de nuevo”, comenta su vocalista, abrumado por la respuesta de la audiencia, a quienes agradeció en varias oportunidades el cariño entregado por el público chileno.
Durante el concierto hubo algunos momentos más tranquilos, con temas como “Daydeamers Night” y “Bad Boy”, que ayudaron en cierta forma a tomar un poco de aire, lo que era más que necesario, puesto que el calor dentro del recinto se volvía en ocasiones sofocante. El mismo Monkey bromeó con dicha situación tras la interpretación de “You’re all fools”: “está un poco sudoroso acá parece”, le dijo al público, para luego sacarse algo de ropa debido al calor imperante.
Ya entrando en la recta final del concierto, The Adicts pone más el al pie al acelerador, para descargando sencillos mas rápidos y con más adrenalina, como “Who Split my Beer”, en la que Monkey aparece con un vaso schopero gigante inflable (vaciando su contenido de confeti en una fanática que subió al escenario, quien luego se lanzó al público), “Fuck it up”, con las palmas de los presentes llevando el ritmo, y la esperada “Chinese Takeaway”, de su laureado segundo trabajo Sound of Music (1982), álbum del cual sonaron gran parte de sus temas en la noche, para que a continuación el guitarrista Pete “Pete Dee” Davison, otro de los históricos del grupo desde su génesis, presentara a la banda en su totalidad, llevándose, como no, la mayor ovación y aplausos su histriónico frontman, emblema del conjunto punk inglés.
“Viva la Revolution”, el himno indiscutido de The Adicts, titulo que también da nombre a su última gira mundial, sonó arrollador, desatando la algarabía y la euforia con todo el Teatro Coliseo, cantando su coro a todo pulmón, y ya cerrar definitivamente esta fiesta del punk, con serpentinas, confeti y globos, al son de “You’ll Never Walk Alone”, cover de Richard Rodgers y Oscar Hammerstein para el musical Carousel, la cual también es cantada por los hinchas de Liverpool F.C.
La banda se despide por última vez del público, ente aplausos, con grandes sonrisas en sus rostros, mientras los presentes agradecen la entrega del quinteto, que brindó un concierto sublime, diciendo así adiós a sus fanáticos tras 50 años de carrera, conjunto que marcó un hito y un precedente en el genero a nivel mundial, siendo influencia de muchas agrupaciones. ¡Viva The Adicts! Su legado es inmortal.
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