En una jornada marcada por una noticia que sacudió al mundo del rock, con la sorpresiva muerte de Ozzy Osbourne, el eterno Príncipe de las Tinieblas, y el regreso de Stryper a Santiago adquirió un peso simbólico inesperado. Porque si Ozzy representó durante décadas la cara más oscura y rebelde del heavy metal, Stryper vino a encarnar su contracara; por ser una banda que, desde mediados de los 80, se atrevió a proclamar su fe con guitarras afiladas, agudos imposibles y letras cargadas de espiritualidad, en una escena muchas veces hostil a ese mensaje.
Con más de 40 años de historia, los californianos saltaron a la fama internacional gracias a To Hell With the Devil (1986), un álbum clave no solo para el metal cristiano, sino para todo el hard rock de los 80.
Anoche, Stryper encendió el alma del Teatro Coliseo con un show arrollador, en que entregaron una presentación impecable, cargada de potencia, precisión y una conexión emocional que traspasó cada riff y cada melodía en la capital. Durante más de hora y media, desataron un vendaval de clásicos que fueron coreados con devoción por un público entregado de principio a fin. Cada gesto de Michael Sweet, cada golpe de batería de Robert y cada solo de Howie Simon, fueron recibidos como si fuera un acto sagrado. Un espectáculo que no fue simplemente un concierto, sino una ceremonia de fe y metal.
Los estadounidenses abrieron la velada con “In God We Trust”, y desde los primeros compases quedó claro que no han perdido ni un ápice de su fuerza ni de su mensaje. Luego vino “Revelation”, manteniendo intacta la intensidad con un sonido pulcro y una ejecución afilada, dejando en claro el alto nivel que la banda mantiene sobre el escenario. Fue justo después de ese segundo estallido, cuando se vivió uno de los momentos más humanos y emotivos de la noche. Michael Sweet tomó el micrófono y al notar a un fan celebrando su cumpleaños, lideró al público en un espontáneo y afectuoso Happy Birthday, provocando sonrisas, aplausos y una cercanía aún mayor entre la banda y sus seguidores. Un gesto sencillo, pero que reflejó el espíritu fraternal que envolvió todo el show.
Y entonces llegó uno de los momentos más esperados: “Calling on You”. Apenas sonaron los primeros acordes, una ola de entusiasmo recorrió el teatro. El público se puso de pie, brazos en alto, cantando a todo pulmón uno de los himnos más emblemáticos de Stryper.
Con el ambiente ya cargado de energía, “Sorry” apareció como un bálsamo melódico que tocó fibras profundas. En una interpretación profundamente emocional de Michael Sweet, mostrando toda su sensibilidad vocal, acompañado por una banda que supo equilibrar potencia y emoción con maestría. Fue un momento íntimo, casi confesional, que demostró que Stryper no solo sabe golpear con fuerza, sino también emocionar con honestidad.
El setlist sorprendió con clásicos menos habituales como “No Rest for the Wicked” y la épica “More Than a Man”, que retumbaron como verdaderos himnos entre los fans. La respuesta fue inmediata a base de saltos, puños en alto y un canto colectivo que no decayó en ningún momento.
Michael Sweet, además de brillar vocalmente con una potencia intacta, se mostró más cercano que nunca. Entre tema y tema compartió palabras de aliento, fe y esperanza, generando un ambiente casi íntimo en medio del estruendo. En uno de los momentos más simbólicos, lanzó pequeñas Biblias al público, provocando una ovación que reafirmó el núcleo del mensaje de la banda.
Pero quizás el momento más conmovedor de la noche fue el homenaje a Ozzy Osbourne. Michael detuvo el show por un instante y, con respeto y emoción, dijo: “Sin Ozzy, muchos de nosotros no estaríamos aquí tocando metal”. Acto seguido, la banda hizo una reverencia en su honor, mientras el público respondió con un aplauso largo y sentido. Un instante de humanidad y unidad que trascendió géneros y creencias.
Tras una salida que pareció eterna, la banda regresó entre gritos y ovaciones. El encore fue breve pero electrizante con “Sing-Along Song” liberando una auténtica fiesta de voces; luego llegó “To Hell With the Devil”, que sacudió cada rincón del teatro y cerró la noche con todo su peso simbólico.
Stryper no solo entregó una actuación impecable, sino que recordó que el metal también puede ser una vía de luz, esperanza y comunidad. Con un setlist poderoso, una entrega sin fisuras y un público completamente rendido a sus pies, reafirmaron su estatus como pioneros y referentes del metal con mensaje.
Una noche inolvidable. Un mensaje eterno. Un rugido de fe que aún resuena.
Setlist en vivo
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