Fotografías: Francisco Aguilar
¿Cuántas bandas son tan preocupadas con su público, que interactúan completamente desde el escenario a cada petición que le hacen, como demostración de gratitud y amor? The Pineapple Thief finalmente concretó su esperado debut en el país en un Teatro Caupolicán completamente entregado. Después de múltiples postergaciones la tercera fue la vencida, y la banda liderada por Bruce Soord demostró con creces que la espera había valido la pena.
Para abrir esta jornada, el público chileno fue recibido por la atmósfera instrumental y sofisticada de Nuvian, un dúo nacional que viene consolidándose dentro de la escena progresiva y post-rock local, quienes ofrecieron un viaje sonoro íntimo y envolvente.
Fiel a su estilo de bajo a dos voces y sin guitarras ni cantante, construyeron paisajes emocionales que fueron creciendo en intensidad, atrapando incluso a aquellos asistentes que llegaban sin conocerlos. “Orquídea” abrió el set con delicadeza, marcando un tono contemplativo. “Río Arriba” y “Hormiga” mostraron su capacidad para mezclar ritmos complejos y melodías atrapantes, mientras que “Árbol” desplegó una composición mucho más fiera. Finalmente, “Sombras” cerró la presentación con un aura más densa y melancólica, dejando al público en un estado de introspección perfecto, para recibir el acto principal de la noche. Con esta participación, Nuvian no solo sumó un hito importante a su carrera, sino que también demostró que el talento nacional tiene un lugar destacado en escenarios de gran envergadura, y que pueden estar a la par de bandas de talla internacional.
Poco después el escenario quedó listo para el plato fuerte: The Pineapple Thief. La banda liderada por Bruce Soord arrancó su presentación con “The Frost“, estableciendo de inmediato una conexión íntima con el público, seguida de “In Exile” y “Demons“, creando un ambiente íntimo pero cargado de intensidad. El cercano cantante, con su característica mezcla de melancolía y proximidad, conectó rápidamente con los asistentes que coreaban cada línea. La energía se mantuvo con “Put It Right” y “Our Mire“, temas que muestran la evolución sonora de la banda en su etapa más reciente.
Uno de los momentos más destacados fue el set acústico en la mitad del concierto. Canciones como “Threatening War“, resonó con fuerza; una pieza que reflexiona sobre los pequeños conflictos personales que, si no se resuelven, pueden escalar hasta destruir relaciones importantes, con unas armonías vocales preciosas. “Barely Breathing” y “Snowdrops” fueron presentadas en versiones despojadas de distorsión y conmovedoras, con la voz de Soord al frente y armonías de Jon Sykes (bajo) y Beren Matthews (guitarra), logrando un silencio reverente en el teatro Caupolicán, que evidenció la profunda conexión emocional de la audiencia.
Pocas veces se ve a una banda tan preocupada de lo que pasa con su público, respondiendo constantemente a todas las frases de amor que les manifestaban espontáneamente, e incluso escuchando las peticiones de canciones a tocar. Un momento especial se vivió cuando les conversaron a dos personas del público, en distintos sectores, quienes pidieron sus favoritas y no estaban contenidas en el setlist de hoy. Por lo que Soord les dijo: “Amigos, las canciones que me piden, realmente me encantan, son muy bonitas, pero lamentablemente no las tocaremos hoy, les prometo que volveremos, y tanto “3000 days”, como “Part Zero”, serán adicionadas para ustedes especialmente”. Así que tendremos que esperar para ver si cumplirán su promesa.
Tras este paréntesis íntimo, el grupo retomó la electricidad con interpretaciones vibrantes de “Rubicon“, “To Forget“, “It Leads to This“, una de las nuevas piezas de la banda que plantea una mirada madura y resignada hacia las consecuencias inevitables de nuestras decisiones. Una introspección que encontró eco entre el público atento, que, además, tenía una performance muy especial y llamativa de Beren Matthews, quien quedó absolutamente congelado cada vez que no debía hacer sonar su guitarra, dejándose llevar con fiereza cuando sí era su hora, y con “Give It Back“, mostró su capacidad para transitar de lo introspectivo a lo explosivo con naturalidad. Hay que destacar la labor de Gavin Harrison, cuya batería precisa y elegante elevó cada tema a nuevas alturas, particularmente en piezas más complejas como “White Mist“.
El encore fue el broche de oro que coronó la noche, con cambio de vestuario, llegando todos de negro completamente, y “Fend for Yourself“, sonó especialmente desgarradora; una canción que retrata el doloroso momento de asumir que, a veces, cada persona debe luchar sola para salir adelante. “Alone at Sea” y una emotiva “The Final Thing on My Mind” cerraron el show en un crescendo de intensidad y sensibilidad. Las ovaciones no se hicieron esperar, y el agradecimiento de la banda a su público chileno fue sincero y sentido.
El rock progresivo ha encontrado un firme y resonante asiento en Chile, no sólo a través de los exponentes nacionales que enriquecen este género, sino también gracias a la constante llegada de bandas internacionales de renombre. Este fenómeno refleja la madurez y el compromiso de una audiencia que, cada vez más, valora la complejidad musical y emocional de este estilo. Lo vivido esta noche, no hace más que confirmar este vínculo entre los artistas y el público nacional como algo auténtico y sólido. Porque la respuesta no solo fue entusiasta, sino también reflexiva y profunda, lo que garantiza que, con el paso de los años, nuestra escena continuará siendo un referente para el rock progresivo, sin temor a desentonar o desaparecer en el horizonte global.
Setlist Nuvian:
Orquídea
Río Arriba
Hormiga
Árbol
Sombras
Setlist The Pineapple Thief:
The Frost
In Exile
Demons
Put It Right
Our Mire
Versions of the Truth
Every Trace of Us
White Mist
All That’s Left
Now It’s Yours
Threatening War (Acústico)
Barely Breathing (Acústico)
Snowdrops (Acústico)
Rubicon
To Forget
It Leads to This
Give It Back
Encore:
Fend for Yourself
Alone at Sea
The Final Thing on My Mind
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