Cuando se trata de experimentación bien aplicada, inmediatamente se viene a la cabeza la palabra Coroner. Las expectativas eran grandes, la visita anterior había dejado un precedente muy fuerte, y cuando veías que aún faltaban 30 minutos para el inicio del show, con la sala Metrónomo rebalsando de gente, entiendes completamente que el fruto de los años buscando más allá, tiene un buen sabor.
Intranquilidad era lo que se respiraba en el aire, por el retraso en su partida, pero cuando comienza a sonar por los parlantes la introducción de “Golden Cashmere Sleeper, Part 1”, todo se volvió un respetuoso silencio, hasta que aparecen las primeras distorsiones de Tommy Baron y los gritos se hicieron ensordecedores. Saludaban con sus instrumentos en una entrada muy doomera, y un sonido perfecto, hasta que se lanzaron con “Internal Conflicts” y automáticamente el mosh se hizo presente para desatar la ira de los presentes. Qué manera de sonar impresionante la partida de “Divine Step” del álbum Mental Vortex (1991), en que la voz de Ron Royce parecía no haber envejecido, permitiendo relajarnos para gozar de la intensa demostración de riffs únicos en su especie. Después volvimos al álbum Grin (1993) con “Serpent Moves” bajando un poco la velocidad, pero siempre haciendo gala de una técnica única, envidiable y a veces, hasta inentendible para la cordura.
Y llegaba el momento de la primera gran sorpresa de la noche, aventurándose en mostrar “Sacrificial Lamb”, una canción que adelanta su inminente nuevo disco, ante la atención plena de todos, ya que realmente nunca es posible saber qué esperar, y a qué rumbos los llevará la experimentación. En esta ocasión, una canción densa, que dejó inmediatamente un buen sabor, y expectación por el disco que vendrá. Había que romper el ambiente neblinoso y seguimos con ”Semtex Revolution”, con bramidos desgarradores de Ron, y unos golpes tronadores de Diego Rapacchietti en la batería.
Nadie dejó de voltear a mirar el bajo, en la entrada espectacular de “Tunnel of Pain”, del disco No More Color (1989), con todo el público vuelto loco coreando con su voz a máximo volumen. Y nuevamente, nos adelantamos en el tiempo con “Status: Still Thinking”. El punto álgido se vivió con “Metamorphosis”, donde la destreza en las seis cuerdas se elevaba a niveles realmente fuera de series. Es impresionante el nivel de solos y de riffs que es capaz de entregar Tommy, y es necesario destacar el trabajo del cuarto miembro, Daniel Stössel, a cargo de las secuencias, sintetizadores, armonías vocales, y quizás algunos detalles más. Se notaba el artífice desde las sombras, de que el sonido logrado fuera tan sensacional.
Y en el momento más esperado de la noche, sonaba “Masked Jackal”, única canción seleccionada del disco Punishment for Decadence (1988), y que desató la algarabía del público, con la adrenalina que se reflejada en un tremendo círculo de entusiastas que no pararon el Pit, cerrando su presentación con “Grin (Nails Hurt)”.
El encore volvía con un homenaje a Jimy Hendrix, con un respetuoso “Purple Haze” y desatando nuevamente el desorden con “Reborn Through Hate” de su primer disco editado el año 1987 R.I.P., para cerrar de una forma muy lamentable con “Die by My Hand”, que, a pesar de la cantidad de canciones ya tocadas, se sentía corto el repertorio, dejándonos con ganas de seguir gozando de tantas impresionantes destrezas.
Una noche en donde pudimos ser testigos de la historia, una banda que realizó un quiebre en la forma de entregar el thrash metal, con experimentaciones no solamente en su sonido, sino en la forma de aplicar métricas e instrumentos variados, poco ortodoxos en esta línea. Un acierto tremendo en la historia del metal, que los años finalmente le están dando la razón.
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