El pasado sábado, en pleno corazón del barrio Bellavista, Cocina Clandestina se transformó en un refugio de sonidos oníricos, experimentales y oscuros, ofreciendo una velada inolvidable con tres propuestas musicales que lograron cautivar tanto a los conocedores como a los curiosos. Monolitos, Un Festín Sagital y Luna in Caelo, brindaron un cierre perfecto para el último sábado del año, cada uno con un enfoque técnico y artístico, que dejó una huella profunda en el público.
Monolitos fueron los encargados de abrir la noche, presentando su disco En el Camino Pereceremos, un trabajo del 2024 que confirma la madurez y dirección de la banda santiaguina. Desde el primer acorde, el aire se llenó de sonidos espaciales y texturas sutiles, en una propuesta que evocaba claramente influencias de Alcest, Sylvaine o Les Discrets, pero con un toque propio, que imprimía identidad en cada pieza.
A nivel técnico, la banda destacó por su manejo impecable de los contrastes, con pasajes atmosféricos, sostenidos por guitarreos etéreos, que se entrelazaron con explosiones con una intensidad abrumadora. El uso de delay fue crucial para crear la sensación de inmensidad, con ritmos hipnóticos que mantuvieron al público inmerso en una experiencia casi transpersonal.
El público, en su mayoría adeptos al post-rock y el shoegaze, respondieron con admiración, y agradeciendo una puesta en escena complementada con una performance, y luces doradas sobre los músicos.
Luego del viaje cósmico de Monolitos, se subió al escenario Un Festín Sagital, banda que desde el 2004 ha explorado los límites del rock psicodélico y experimental. Presentando Migraciones, una recopilación de material compuesto entre 2010 y 2024, como una verdadera muestra de su eclecticismo. Integrada por bajista, guitarrista, saxofonista y clarinetista, la banda tejió un entramado sonoro que desafiaba cualquier etiqueta.
Lo más notable fue la interacción entre los instrumentos de viento y las cuerdas. El saxofón y el clarinete no solo complementaban la armonía, sino que también tomaban el protagonismo en momentos clave, creando momentos sonoros que oscilaban entre lo caótico y lo sublime. Y las cuerdas, complementandose con sonidos en momentos dramáticos, misteriosos y hasta efusivos.
Un público relativamente joven, inicialmente desconcertado por la naturaleza abstracta de la música, fácilmente se dejó envolver por la narrativa no lineal de la banda. Entregaron de igual manera ovaciones al final de un set exitoso, como en respuesta de una conexión con nuevas audiencias.
Ya pasada la 1 de la mañana, el ambiente se tornó aún más íntimo y misterioso con la aparición de Daniel Dávila de Luna in Caelo, una de las bandas legendarias de la música chilena. Con un juego de luces que oscilaba entre sombras y destellos suaves, el alma detrás de la banda, tomó el centro del escenario con su guitarra y otros instrumentos, para ofrecer un show que fue tanto solitario como robusto.
La propuesta de Luna in Caelo se basó en la creación de piezas dotadas de un rock oscuro, experimental, y profundamente emocionales. Cada canción parecía una historia en sí misma, tejida con acordes melancólicos y arreglos minimalistas que, sin embargo, resultaban abrumadoramente ricos en matices. El uso de loops en vivo permitió a Daniel construir capas de sonido que envolvían al público, mientras su voz, casi susurrante, narraba historias cargadas de simbolismo.
En que la reacción del público fue casi de reverencia; donde el recinto quedó en silencio en los momentos más delicados, para luego estallar en aplausos al final de cada canción. Una presentación, en la que destacó la calidad del sonido, con un balance perfecto que permitió apreciar cada detalle de las propuestas musicales. La iluminación, especialmente de Luna in Caelo, jugó un papel crucial para complementar la atmósfera, en que se supo recibir con entusiasmo y respeto por una de las propuestas más emotivas de la noche.
El show en Cocina Clandestina fue un reflejo del potencial y la diversidad de la música chilena. Desde los paisajes espaciales de Monolitos, pasando por la experimentación sin límites de Un Festín Sagital, hasta la melancolía etérea de Luna in Caelo, cada banda entregó una experiencia única que dejó al público maravillado para cerrar este 2024.
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