Hace cuarenta años, tres San Miguelinos quisieron hablarnos de forma directa, sin tapujos y sin importarles las represiones impartidas por una sociedad reprimida, en el temor de demostrar sus ideales, y datar el mal que veían pasar ante sus ojos. Desamores, críticas sociales y llamados a levantar el puño ante los hipócritas, se grabaron artesanalmente, y le dieron voz a muchas generaciones venideras, que aún ven en esos días, una forma de decir lo que piensan. Y aún cuando de esos actores principales, la vida no nos ha dejado tener presentes a todos, al menos uno de ellos se ha vestido de gala, para una merecida celebración y un reconocimiento que más que ganado, es un deber nacional. 

 

 

Los Psiconautas, son una joven banda de rock alternativo que, desde el 2018, ha sabido solo de aciertos en la escena del rock indie nacional. Cuenta en sus filas con Daniel y Juan Pablo Narea (hijos de Claudio Narea), quienes junto a Isaí Astorga y Alejandro González, completan el cuarteto. 

 

Sorpresiva la subida de esta banda a la jornada, ya que, no existía anuncio sobre teloneros, pero sus cuatro integrantes llegaron a dar un espectáculo a un público que completaba los tres cuartos del recinto, que ya se encontraba presente. También se vislumbraban algunos seguidores directos, de un público bastante juvenil y adolescente. En aproximadamente 35 minutos, hicieron paso por todo su EP recopilatorio de sencillos editados, en donde destacaron las canciones Nadie es como tú y Quiero creer que es verdad. Tienen un promisorio futuro, y camino a recorrer para pulir su performance en vivo, que gustará mucho a seguidores de bandas como De Saloon, Babasónicos, Difuntos Correa, Glup y también, Miranda.

 

 

El público se encontraba impaciente y no dejaba de realizar cánticos de apremio, para que se diera el puntapié inicial. El recinto completamente lleno de lado a lado, vendido en su totalidad y sin ningún espacio vacío en cancha, presionando para que a las 20:50 finalmente saliera a escena Claudio Narea, junto a sus 4 músicos de compañía, ante un ensordecedor grito del público que no daba más de la ansiedad. 

 

 

Solo de batería, los riffs más famosos del rock nacional de los últimos 40 años y algo grande comenzó a nacer, La Voz de los ‘80 desataba los cánticos de 500 personas que fácilmente juntaba 4 o 5 generaciones que aún lograban ver un mensaje de esperanza, de una voz que marcaría toda una historia musical, en donde su rol era estelar.Brigada de Negro comenzaba a vislumbrar que el disco sería tocado en orden, y en este sábado en la noche, ellos dijeron que hay alegría para vivir. Latinoamérica es un Pueblo al Sur de Estados Unidos confirmaba que el orden sería respetado, canción que critica fuertemente las políticas impuestas por Norteamérica, y una guerra fría perpetrante en el subconsciente de la época, en un Chile que distaba en kilómetros, mas no, en sus implicancias y decisiones políticas, en donde dividir, es debilitar

Eve-Evelyn nos recuerda el amor imposible de la adolescencia y del barrio, que compositivamente se convirtió en una de las más ricas del disco insigne, una de las canciones menos conocidas por el popular, pero las más importantes para su creador. Y si de paradojas se ha armado la historia de Los Prisioneros, su siguiente canción Sexo es un tremendo ejemplo. Una fuerte crítica de cómo los medios masivos erotizan el entorno para vender, y la hipocresía social al hablar del tema, que se convierte justamente en uno de sus más grandes éxitos. Porque en esta jornada los cánticos eran ensordecedores, no solamente para cantar sus coros, sino cada una de las palabras que conformaron su lírica, entre saltos y entorno de completa algarabía, definitivamente liberaron nuestros instintos animales

 

 

La genialidad letrística de Miguel Tapia brilló con fuerza en esta celebración, especialmente con su sátira sobre el aluvión de información que rodeó la muerte de Marilyn Monroe, plasmada en ¿Quién Mató a Marilyn?”. La canción inicia con el icónico grito de Los Ramones, “¡Ey Oh, Let’s Go!”, marcando un inicio explosivo. Finalmente, conParamar”, la banda nos dejaba claro que en 1984 eran un verdadero arsenal de éxitos, canciones que cualquier hispanohablante lleva tatuadas en la memoria. Incluso los solos de guitarra se convertían en un coro unánime, cantados a viva voz por todo el público.

 

El bajo sonaba muy pulcro y poderoso para comenzarNo Necesitamos Banderas”, una tonada que para algunos próceres nacionales como Kike Neira o Freddy Stock, corresponde a los primeros albores del sonido reggae en Chile. Manteniendo a los presentes en un gran trance de fondo, que era correspondido por el buen trabajo de producción musical de los 5 músicos en escena, quienes mezclaban las armonías de 3 guitarras, sintetizadores y secuencias para darle un completo ambiente de sonidos psicotrópicos. Estos chicos sabían perfectamente cómo jugar con los tempos de sus creaciones y zarandear a sus oyentes para capturar su atención. Así, volvimos al ritmo frenético de los cuerpos en movimiento y a la incisiva crítica social que atacaba nuestras mentes con Mentalidad Televisiva”. En esta pieza, la banda reprendía el bombardeo mediático y la televisión basura, señalando cómo podían transformar a una persona culta en alguien que abraza ficciones banales y sin sustento.

 

Llegaba el turno de la décima canción, aunque la sensación era que apenas habíamos escuchado dos; el tiempo volaba al compás del soundtrack de la niñez. Finalmente, nos acercábamos al cierre del disco con su creación más osada y violenta: Nunca Quedas Mal con Nadie”. Esta canción evocaba una rabia contenida en los años ochenta que, sorprendentemente, resonaba con la misma intensidad este 2024. El coro, un grito desgarrador, unió tanto al escenario como al público, incluyendo a la gente de la barra, los guardias y hasta los sonidistas, todos con el puño en alto, clamando al unísono: “¡Y sólo eres una mierda buena onda!”. La energía desbordada casi hizo estallar la Sala Metrónomo, con todos saltando y celebrando al cuarentón de turno.

 

 

Pero el show no terminaría ahí, Claudio había prometido sorpresas y era el turno de mostrar su temporada solista, partiendo con Rico el País resaltando que ya habían pasado 19 años desde su creación y luego realizar una declaración de principios destacando estar en contra el genocidio en Gaza y preguntando finalmente ¿quiénes son los terroristas? con su canción “Terroristas”. Siguen los recuerdos de sus días como Los Prisioneros, y aunque faltó el sarcasmo que hizo González al volver al Estadio Nacional el año 2001, se avientan conQuieren Dinero y terminar la sección con We Are Sudamerican Rockers de sus tiempos más aclamados, en donde su sección a capella Son hermosos ruidos, que salen de las tiendasretumbó por todo el barrio Bellavista y daba una emocional portada con niños de unos 5 años, en los hombros de sus padres cantando y pasándolo fenomenal, confirmando el impacto en tantas generaciones que aún se siguen sumando. 

 

La sección de sorpresas traía algunos inéditos, que fueron incluidos en el nuevo Box de celebración por los 40 años de “La Voz de los ‘80”, con canciones creadas cuando aún se llamaban Los Vinchukas en sus tiempos liceanos de San Miguel, desempolvando “¿Cuánto Vale el Show?” y Mi Profesor, prendiendo nuevamente los fuegos con “¿Por Qué No Se Van?”. Claudio seguiría promocionando su paso solista conProfeta y Frenético, Muévete, Retuércete, No Me Ves y Simplón que daba una tremenda performance de sus jóvenes músicos en donde se destaca enormemente el trabajo de su guitarrista Mia Lionne, quien entiende fuertemente lo que es dar un show visual, musical y lleno de energía, a quienes se atochan para ver su performance.

 

 

Cuando el cierre de la noche pedía un broche de oro, esa pieza inigualable que actúa como himno nacional, llegó en el momento esperado. Una letra que ha marcado generación, tras generación, incluso vestida como bastión de guerra en momentos oscuros de nuestra sociedad actual y que a muchos les sigue haciendo tanto sentido, como la primera vez que lograron escucharla, “El Baile de los que Sobran era el infaltable, haciendo  que muchos de los que avanzaban hacia la salida se devolvieran para entonarla con algunas lágrimas en sus ojos, En esos minutos, probablemente recordaron su niñez, las esperanzas truncadas o los sueños que quedaron en el camino, atrapados en promesas vacías que nunca se materializaron en la vida llena de posibilidades que alguna vez imaginaron.

 

Inesperadamente, este final, solamente se convirtió en un encore, en donde luego de unos minutos de descanso y despedidas, volvían para hacer que el público cantara nuevamente Exijo ser un héroe, de su disco Pateando Piedras de 1986, continuando con Maldito Sudaca y ahora sí, cerrar completamente la jornada en un aire festivo como correspondía y la gente pudiera saltar, bailar y dejarse llevar diciendo “La Estamos Pasando Muy Bien.

De acuerdo a los especialistas, La Voz de los ´80, es el tercer disco más importante en toda la historia de la música chilena y es el más importante de toda la historia en la música juvenil. Con letras que marcaron generaciones, criticaron cuanto mal veían en la sociedad, y lo que pasaba por sus ojos, en el barrio, las noticias, la radio y la televisión. A cuarenta años de su emisión a las calles con tan solo 1000 copias en cassette de producción artesanal, se mira con nostalgia que la celebración no pudiera contener a sus tres miembros originales, que las circunstancias de la vida no pueden hacer posibles y, que al menos, de todas formas tenemos la oportunidad de decirle Feliz Cumpleaños disco inmortal.

Sin embargo, se extrañó un reconocimiento u homenaje al menos en palabras al resto de los creadores. Fuera de este detalle, es maravilloso poder festejar y recordar acontecimientos de esta envergadura y que en el futuro se haga tónica con algunos discos de tal vital importancia para nuestras vidas, en nuestra música nacional.

Agregar un comentario

Tu dirección de correo electrónico no será publicada. Los campos requeridos están marcados *

lo más visto