La apertura de puertas estaba programada para las 19:00 horas y, a medida que se acercaba la hora, una larga fila de fans del punk comenzaba a formarse en la calle Ernesto Pinto Lagarrigue #179. El escenario elegido para la velada era la Sala Metrónomo, un espacio que prometía ser el refugio perfecto para los fanáticos de la banda. La espera ya dejaba claro que la noche iba a ser un evento inolvidable.
La ansiedad y la emoción se palpaban en el aire mientras los asistentes comenzaban a ingresar al recinto, ansiosos por volver a ver a los trasandinos de Shaila después de 8 largos años. Entre la multitud, se podían ver camisetas de Shaila, Eterna Inocencia, Dos Minutos, Sin perdón, Fun People y otras bandas icónicas del punk melódico, creando una atmósfera de pura nostalgia y energía compartida.
A las 20:00 horas, los encargados de abrir la noche fueron los chilenos Germinar, oriundos de la V Región. Con su característico sonido potente y sólido, se subieron al escenario para calentar los motores. Su punk melódico, junto con algunas canciones de su nueva placa Errante, 2024, encendió el ambiente. El público, cada vez más animado, comenzó a corear sus temas con entusiasmo, demostrando que la fiesta ya estaba en marcha.
Germinar desbordó energía desde el primer acorde, recorriendo su discografía con una fuerza inquebrantable. Su punk melódico, de gran factura, fue el catalizador perfecto para ir preparando al público para lo que se venía. Cada tema resonaba con potencia y la conexión con la gente se hizo instantánea, dejando claro que la banda tenía el control absoluto del escenario. Con su set bien armado, lograron calentar los ánimos de los presentes, dejándolos listos y expectantes para la banda que todos habían estado esperando con tanto fervor: Shaila. La noche estaba a punto de alcanzar su punto máximo.
La fanaticada, ansiosa y llena de energía, amenizaba la velada con globos de colores, como si supieran que lo que se venía sería una fiesta inolvidable. A las 21:00 horas, finalmente Shaila hizo su entrada al escenario, visiblemente conmovida al ver la sala completamente llena, un mar de fans esperando con ansias su regreso.
Tan pronto como sonó el primer acorde, la euforia estalló. El público, que no dejó de corear ni un solo minuto, se unió en un solo grito, reconociendo cada tema y cada verso. La emoción notable, y desde ese instante, la noche se convirtió en un reencuentro épico, lleno de nostalgia, energía y el poder del punk melódico que ha caracterizado a Shaila durante tres décadas.
La banda pegó un golpe directo al corazón con la primera canción: “Amigos“. Desde las primeras notas, la sala metrónomo estalló en un grito colectivo, como si el tiempo no hubiera pasado. La gente, emocionada y entregada, no dudó en unirse a la inconfundible voz de Joaquín Guillén, que resonaba con la misma fuerza y pasión de siempre. Los fans cantaban con todo, cada palabra cargada de nostalgia, sabiendo que ese momento era mucho más que un simple concierto: era un reencuentro con una parte de su vida, una celebración de años de música compartida. La energía era imparable.
Formados en Buenos Aires en 1994, Shaila sigue entregando éxitos a la parrilla, manteniendo intacta esa conexión especial con su público. Cada acorde que salía de sus guitarras era recibido con una energía explosiva, y los fans, cómplices de la banda, respondían con la misma intensidad.
A lo largo del show, llegaron momentos inolvidables. Joaquín, con su característico carisma, aprovechaba cada pausa para rememorar aquellas primeras visitas a Chile, cuando todos eran más jóvenes y el punk melódico sonaba como un grito de libertad. Ahora, el público era una mezcla de fans con experiencia, y una nueva generación que, aunque más joven, compartía el mismo fervor por los himnos de Shaila.
La banda pasó por sus discos más emblemáticos, esos que dejaron huella en la escena del punk, tocando himnos que han acompañado a generaciones de seguidores. Cada canción era un viaje al pasado, pero también una reafirmación de su legado, un recordatorio de que Shaila sigue siendo un pilar fundamental en el punk melódico latinoamericano.
Uno de los momentos más emocionantes de la noche llegó cuando Joaquín se dio el lujo de subir a sus hijas al escenario. Juntos, interpretaron una canción en un gesto que desbordó ternura y emoción. Fue un instante de conexión profunda, no solo entre la banda y su familia, sino también con el público.
El ambiente se volvió íntimo, cargado de gratitud, mientras la banda compartía ese momento tan personal con los fans chilenos, que respondieron con una calidez palpable. Todos nos sentimos parte de ese círculo familiar, al ser testigos de algo más que un simple show: estábamos siendo parte de un recuerdo imborrable, un símbolo de la familia Shaila y su vínculo especial con Chile. Un momento que, sin duda, quedará grabado en la memoria de todos los presentes, como una prueba de que la música no solo une generaciones, sino también corazones.
En otro momento profundamente emotivo, Shaila no olvidó rendir homenaje a un gran músico que ya no está entre nosotros: Omar Costa. Con mucho respeto y cariño, la banda recordó al querido compañero de la escena, quien partió hace un tiempo, pero cuyo legado sigue vivo en la memoria de todos. Joaquín, con voz entrecortada, recordó los momentos compartidos sobre el escenario y las experiencias que marcaron su carrera junto a él.
Para honrar su memoria, Shaila interpretó “La Rabia“, una canción que se convirtió en un tributo lleno de respeto y emoción. La sala se llenó de ovaciones de admiración reverente, con los fans, que conocían la historia y el significado de ese homenaje, acompañando a la banda en cada movimiento. Fue un momento cargado de nostalgia, pero también de gratitud por la influencia y el legado de Omar Costa en la escena del punk. Un verdadero homenaje a un amigo, un compañero de ruta y un músico excepcional.
Para cerrar con broche de oro, Shaila interpretó su canción más emblemática, “Mañanas“. La sala se transformó en un mar de voces que coreaban cada palabra con la misma pasión de siempre. Fue un cierre apoteósico que resonó en cada rincón del lugar, dejando una sensación de euforia y satisfacción en el aire. La fanaticada chilena, como cómplice incansable de la banda, no paró de gritar y aplaudir, agradecida por el increíble despliegue de energía de Shaila.
Al final, el sentimiento era claro: el regreso de Shaila a Chile, después de tanto tiempo, dejó una marca imborrable. Ahora solo queda esperar que no pasen otros 8 largos años para volver a verlos. Porque Chile los recibió con los brazos abiertos y, sin duda, Shaila ya tiene su casa aquí. Hasta la próxima, y que no sea tan tarde.
Setlist Germinar:
Hijo de algo
Antes de cerrar
Vendaval
Flor artificial
Errantes
Niñxs otra vez
Canto de aves
Cumbres y Desiertos
Anclado a los vientos
Ellie
Despertar
Setlist Shaila:
Amigos
Tratando
Somos
La historia
1000 ilusiones
Sudestada
De que hablas
Contraindicado
El engaño
Yo
Perfección
Aunque digan
Nazca
Emilia
Festejen
Te vi
Utopía
Noviembre
La Rabia
Tócame
Derecha
Fracaso
Bajo
Franc`s
Mañanas
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